(...de las cartas de Lidia.)
Pájaro-persona
Llueve en gran parte de la ciudad; acá apenas se siente el viento que empuja fuerte.
A lo lejos estalla una mala imitación de arcoiris, del que apenas se distingue el verde, amarillo y rosa.
¿Imaginas qué pasaría si tuviéramos un botón que nos impidiera decir mentiras?- preguntas mientras pones la mirada cansada en ninguna parte.
Se te ve hastiado, apenas agarrado a esta vida.
Los súper héroes no lloran, o lo hacen como tú: con el lomo encorvado, la cabeza hecha una revolución y los ojos resecos. Hace días que he notado cómo se van cayendo las plumas de tus alas, en tus pasos cada vez más lentos e inseguros. He preferido callar y cerrar los ojos.
Cae la noche y la visión de una explosión naranja de arcoíris rebeldes se ha esfumado. Invade a este lugar un consistente olor a despedida. Vinieron a vernos las luciérnagas que tanto criticamos, volvieron los nombres antiguos, desempolvamos sueños y lavamos viejas cicatrices.
Nadie quiere decirlo, a nadie se le desenvuelve la lengua para dictar la sentencia. Una familia de gatos rígidos –numerosa y de un núcleo bien estrecho- nos da la espalda. Hace tiempo que en la ciudad se rumora (y de tanto rumor se hace costumbre, y luego ley) que al canto armonioso de dos pájaros tan dispares, le sigue un punto de quiebre, el exilio silencioso y discreto de uno de los dos.
A lo lejos estalla una mala imitación de arcoiris, del que apenas se distingue el verde, amarillo y rosa.
¿Imaginas qué pasaría si tuviéramos un botón que nos impidiera decir mentiras?- preguntas mientras pones la mirada cansada en ninguna parte.
Se te ve hastiado, apenas agarrado a esta vida.
Los súper héroes no lloran, o lo hacen como tú: con el lomo encorvado, la cabeza hecha una revolución y los ojos resecos. Hace días que he notado cómo se van cayendo las plumas de tus alas, en tus pasos cada vez más lentos e inseguros. He preferido callar y cerrar los ojos.
Cae la noche y la visión de una explosión naranja de arcoíris rebeldes se ha esfumado. Invade a este lugar un consistente olor a despedida. Vinieron a vernos las luciérnagas que tanto criticamos, volvieron los nombres antiguos, desempolvamos sueños y lavamos viejas cicatrices.
Nadie quiere decirlo, a nadie se le desenvuelve la lengua para dictar la sentencia. Una familia de gatos rígidos –numerosa y de un núcleo bien estrecho- nos da la espalda. Hace tiempo que en la ciudad se rumora (y de tanto rumor se hace costumbre, y luego ley) que al canto armonioso de dos pájaros tan dispares, le sigue un punto de quiebre, el exilio silencioso y discreto de uno de los dos.
2 comentarios:
El horizonte siempre quedará un paso más allá, aún cuando creamos que estamos muy cerca de alcanzarlo. Vos lo sabes, muchos deberíamos tenerlo en cuenta a la hora de establecer planes de vuelo.
He recordado ese episodio: no creo haber tenido una tarde tan triste hasta ahora. Sin embargo, sigo disfrutando de saberte activo, y de haberte bautizado tal cual: pájaro-persona.
Au revoir!
Toda una espiral.
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